Superando una infancia marcada por la pobreza para convertirse en uno de los jóvenes boxeadores más prometedores del mundo, George Foreman sufre una experiencia cercana a la muerte en el ring y jura no volver a pelear nunca más después de decidir convertirse en ministro y predicador bautista. Años más tarde, con la bancarrota acechando sobre su gimnasio en apuros, vuelve a ponerse en contacto con su antiguo entrenador y se convierte en el boxeador de mayor edad en la historia en ganar el campeonato de peso pesado.